Una vez impartidos los talleres prácticos en torno al diseño y manufactura de artesanías de corcho, el siguiente reto para el proyecto SuberLab consistía en organizar una residencia creativa participada por todos/as aquellos/as aprendices que habían mostrado un mayor interés por seguir trabajando con este material, desarrollándose finalmente ésta durante un total de 10 jornadas, a lo largo del mes de junio, julio y agosto de 2021, en las instalaciones del Espacio de Encuentros Rurales “La Surera”, en Almedíjar.
La tarea no fue sencilla, sobretodo porque encontramos muy pocas personas con experiencia capaces de dinamizar un espacio creativo de este tipo, lo que nos llevó a recorrer el apasionante camino de la autogestión (de ahí el nombre de Juana Paloma, alter ego femenino de Juan Palomo), tomando como referencia algunas experiencias documentadas por entidades al otro lado del océano, en concreto las residencias organizadas por Manufactura Nacional en Chile.
https://www.manufacturanacional.org/
También tuvimos la suerte de conocer, de la mano de Angelines Vicente Schmid y Carmen García Gordilo, la experiencia de las residencias artísticas organizadas por un grupo de artistas europeos denominado Frequenzen, que en 2014 organizaron un encuentro de 10 días en el municipio de Higueras.
http://dehigueras.blogspot.com/2014/10/frequenzen-2014-streams.html
Una vez tomada esta decisión, nos pusimos manos a la obra, abordando de forma participativa el diseño de la residencia, para lo cual consideramos necesario incluir no solo espacios para el trabajo personal y colectivo, sino también para el conocimiento del territorio y de sus pobladores, sin olvidarnos del ocio y el descanso.
Esta primera etapa del proceso creativo, como no podía ser de otra forma, también nos llevó a socializar con el resto de compañeros/as nuestro vínculo o experiencia previa con el corcho, así como nuestras motivaciones y nuestras expectativas con respecto a la residencia.
Durante la fase denominada de inmersión, apostamos por diversas actividades dirigidas a aumentar nuestro conocimiento sobre el corcho natural, tales como: una demostración de saca de corcho de la mano del experimentado “pelador” Manolo Fuster, una visita al taller del artesano local Evaristo Monzonís, un recorrido por el municipio de Almedíjar acompañada de entrevistas a algunos de sus vecinos/as más respresentativos/as, una visita a la fábrica de tapones de Pepe Mondragón en Soneja, o un paseo entre alcornoques en el que aprovechamos para “cosechar” el bornizo (corcho virgen) que más tarde transformaríamos en macetas.
Para encontrar el hilo conductor de nuestra residencia, posiblemente la tarea más complicada debido a los diferentes perfiles e intereses de los/las aprendices, optamos por implementar una sencilla “tormenta de ideas”, mediante la cual logramos consensuar un propósito común: crear objetos de corcho natural que pudieran emplazarse en el propio espacio de trabajo y que permitieran visibilizar y dar a conocer este material entre los/las usuarios/as de La Surera.
Una vez establecido este reto colectivo, cada residente se concentró en definir su propuesta, basándose para ello en su propia experiencia y en sus motivaciones. Esta investigación personal les permitió concretar el trabajo a realizar a partir de ese momento, lo que se tradujo en una serie de bocetos y una lista de materiales necesarios para la fabricación de cada propuesta, aunque también hubo quien fue más allá elaborando un panel conceptual que posteriormente presentó al resto de compañeros/as como el objeto de recoger sus impresiones.
La manufactura de los objetos de corcho fue evidentemente la fase más dilatada de todo el proceso creativo. Los/las residentes dispusieron para ello de un aula-taller totalmente equipada gracias al proyecto SuberLab, así como el acceso a todos los materiales y herramientas necesarias para plasmar sus ideas sobre las panas de corcho.
Una vez listas las artesanías, se organizó una pequeña exposición en la plaza del Ayuntamiento de Almedíjar, con el objetivo de compartir con los vecinos y vecinas del municipio el trabajo realizado por los/las residentes. También se puso a disposición de los/las asistentes los materiales y herramientas necesarias para que confeccionaran sus propias macetas de bornizo.
Finalmente, ya en las instalaciones de La Surera, dimos por cerrada esta primera parte del proyecto, recogiendo las impresiones de cada uno de los/las residentes y concretando las acciones que se pondrán en marcha a partir de ahora. Todos/as coincidieron en que la residencia ha funcionado como espacio creativo, pero también como espacio de convivencia, lo que ha permitido establecer sinergias y estrechar lazos entre ellos y ellas, favoreciendo sin duda la cohesión de este grupo de futuros promotores/as del corcho.